jueves, 23 de octubre de 2014

El Príncipe de Maquiavelo. Un legado político para todos los tiempos

Niccolò Machiaveli por Santi di Tito.

Hermosillo Sonora, Agosto 15 de 2014.

Conocemos físicamente a Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (1469-1527) por el retrato que hizo el pintor del renacimiento Santi di Tito. Es con seguridad el más conocido retrato del filósofo florentino, sin embargo di Tito, quien nació 9 años después de que Maquiavelo hubiera fallecido, con seguridad lo retrató a partir de otros retratos realizados en vida de Maquiavelo.
 
Florencia es la tierra de Maquiavelo. Una ciudad del norte de Italia que tiene sus orígenes en el año 59 a. C. Formando parte del Gran Ducado de Toscana, durante la edad media, la ciudad empezó a mostrar un gran desarrollo, gracias a la aparición y desarrollo de poderosos gremios.
 
Coincide la vida del ilustre florentino con el desarrollo del movimiento cultural, científico y artístico conocido como El Renacimiento. Recordemos que el Quattrocento renacentista tuvo lugar en la segunda mitad del siglo 15, en tanto que el Cinquecento surgió con el siglo 16, es en este tiempo donde se verifica el apogeo del Renacimiento, destacando las figuras de Leonardo Da Vinci. Michelangelo Buonarroti y Rafael de Sanzio.
 
La vida de Maquiavelo se desarrolla en los tiempos de la grandeza de Florencia, ciudad en la que florecen grandes gremios y grupos financieros representativos de la primera etapa del capitalismo, el mercantilismo. Gracias a los nuevos territorios descubiertos, las arcas europeas se ven enriquecidas con los metales preciosos extraídos ultramar y al intensivo comercio entre naciones. Este es el tiempo de Lorenzo de Médici, conocido como El Magnífico.
 
La vida pública de Maquiavelo inicia en 1494, coincidiendo con la caída de la familia Médici y el ascenso del gobierno de la República Florentina. Esto es, dos años después de la muerte del Magnífico. En medio de conflictos por el poder y en un proceso de la integración del Estado Nación, los Médici retornan al gobierno de Florencia de 1512 a 1527.
 
Mientras Florencia es republicana, Niccolò Machiavelli es miembro del servicio público de la ciudad. Cuando se asienta el poder de los Médici, deja el cargo e, incluso, es marginado de todo contacto con el poder. Es cuando Maquiavelo, destinado al ocio productivo como diría George H. Sabine, medita y escribe acerca del poder y de quien lo ejerce, El Príncipe.
 
Durante el tiempo en que sirve a la República, toca a Maquiavelo vivir el Papado de Alejandro VI y la labor política y militar del hijo de éste César Borgia. Rodrigo Borgia estuvo al frente de la Iglesia de 1492 a 1503.
 
Al joven Niccolò Machiavelli le tocó atender a los miembros de la comuna en asuntos que requerían el privilegio del interés público, o tal vez dirimiendo conflictos entre particulares para propiciar la concordia y convivencia social, o simplemente realizando trámites administrativos propios de cualquier oficina de gobierno.
 
En el segundo periodo de su vida sirvió en el servicio militar Libre de Florencia, la cual pasó de la expulsión de los Médici en 1494 cuando Maquiavelo tenía 25 años, y duró hasta el regreso de los Médici (familia que posee el mayor poder económico en Florencia), en 1512. Después de servir cuatro años en una oficina pública como secretario, fue nombrado Canciller y Secretario de la Segunda Cancillería. Tomó un rol importante en los asuntos de la república, habiendo quedado sus decretos, sus registros y sus despachos para guiarnos, así como sus propios escritos. Pese a que tuvo posiciones altas en el panorama público y político, él las evitaba ya que aceptaba cualquier tipo de trabajo a cambio de poco sueldo.
 
El tiempo de Nicolás Maquiavelo es el de la construcción del Estado Nación, la configuración de gobiernos republicanos, el ascenso de la burguesía, la consolidación de las ciudades, la expansión mercantilista del capital, es decir, se trata de la edificación de la Modernidad, de la sociedad y el Estado moderno, el cual, de manera acuciosa, analiza el filósofo florentino en su obra El Príncipe.
 
Con el regreso de la Familia Médici al poder, Maquiavelo se retiró a San Casciano in Val di Pesa, una propiedad suya a pocos kilómetros de Florencia. Allí se dedicó a la agricultura y la ganadería. En este tiempo se ocupa de la literatura, produciendo entre 1513 y 1525 varias obras ocupó de trabajar en obras significativas como Discursos sobre la primera década de Tito Livio, La Mandrágora, El Arte de la Guerra, Historia de Florencia, La Vida de Castruccio Castracani, y fundamentalmente El Príncipe. Para muchos, esta última, la obra fundadora del análisis político moderno.
 
Durante el proceso de creación literaria, Maquiavelo compartió con su amigo Francesco Vettori, detalles relativos a los avances o la conclusión de sus trabajos. En el extracto de su epístola del 10 de diciembre de 1513 comenta a su Francesco Vettori sobre la conclusión de su obra El Príncipe. Esta evidencia documental testimonia el hecho que motiva la celebración desde el año pasado y a lo largo de éste de los 500 años de la publicación de esta trascendente obra, legado político de Maquiavelo.
 
El tratado de su doctrina política, El Príncipe, fue publicado de manera póstuma en 1531 en Roma.


El príncipe, como es sabido, fue inspirado en buena medida por César Borgia, el Duque Valentino. El libro fue dedicado a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, pretendiendo con este acto borrar la acusación que mantenía a Maquiavelo encarcelado por colaborar con la República y, por lo tanto, ser un antagonista de la Familia Médici.
 
El papel del Príncipe es lograr el florecimiento de la República, y con ello la consolidación del Estado, del mismo Príncipe. Los medios son políticos. Debe valorar toda circunstancia y ponderar las estrategias, las políticas gubernamentales, que según el momento mejor convengan a los fines del gobernante.
 
Quienes estudiamos en el ámbito de las Ciencias Sociales, y en particular de la Administración Pública y la Ciencia Política, tenemos que recordar que para Maquiavelo la consolidación del Estado sobre las demás fuerzas sociales, y con ello el logro de la felicidad y prosperidad de la República reclama el ejercicio profesional de dos cuerpos imprescindibles en tal faena: una milicia no mercenaria sino compuesta por profesionales fieles a la República, y un cuadro administrativo con las capacidades necesarias que permitan cumplir con los compromisos de servicio a la comunidad con eficiencia y responsabilidad. Respecto a los colaboradores del Príncipe, el florentino apuntó:
 
No es de poca importancia para un príncipe la buena elección de sus ministros, los cuales son buenos o malos según la prudencia de que él usó en ella. El primer juicio que hacemos, desde luego, sobre un príncipe y sobre su espíritu, no es más que conjetura; pero lleva siempre por fundamento legítimo la reputación de los hombres de que se rodea este príncipe.
Cuando ellos son de una suficiente capacidad, y se manifiestan fieles, podemos tenerle por prudente a él mismo, porque ha sabido conocerlos bastante bien y sabe mantenerlos fieles a su Persona.
Pero cuando son de otro modo, debemos formar sobre él un juicio poco favorable; porque ha comenzado con una falta grave tomándolos así.
Pero es necesario saber que hay entre los príncipes, como entre los demás hombres, tres especies de cerebros. Los unos imaginan por sí mismos; los segundos, poco acomodados para inventar, cogen con sagacidad lo que se les muestra por los otros, y los terceros no conciben nada por sí mismos, ni por los discursos ajenos. Los primeros son ingenios superiores; los segundos, excelentes talentos; los terceros son como si ellos no existieran.
Pero ¿cómo conoce un príncipe si su ministro es bueno o malo? He aquí un medio que no induce jamás a error. Cuando ves a tu ministro pensar más en sí que en ti, y que en todas sus acciones inquiere su provecho personal, puedes estar persuadido de que este hombre no te servirá nunca bien. No podrás estar jamás seguro de él, porque falta a la primera de las máximas morales de su condición.

 Niccolò Machiavelli. El Príncipe
Capítulo XXII. De los secretarios (o ministros) de los príncipes

 

Maquiavelo por Lorenzo Bartolini

 

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