miércoles, 18 de noviembre de 2015

Notas acerca del estudio de la Ciencia de la Administración

Charles-Jean Baptiste Bonnin

Hermosillo Sonora, Noviembre 18 de 2015.

El siglo XIX es fundamental para el desarrollo de las Ciencias Sociales.

Teniendo como referentes el impulso fundacional de la racionalidad propiciado por la Ilustración, la consolidación del sistema capitalista mediante la revolución industrial, el surgimiento de una problemática social que condujo a las revoluciones sociales, así como el desarrollo del conocimiento científico y del positivismo de Auguste Comte promotor del progreso social, durante este periodo surgen y se desarrollan diversas ciencias sociales. 

Como sabemos, a principios del siglo XIX, en la Francia de 1808, Charles-Jean Baptiste Bonnin fundó la Ciencia de la Administración. Este preclaro pensador consideraba que «La administración es una consecuencia natural del estado social, como éste lo es de la sociabilidad natural del hombre: su naturaleza es un resultado de la comunidad, pues desde el momento en que existe pacto social, hay administración.» De esta manera denota el sentido político y social de la naturaleza de la administración, de la administración pública. 

En sus reflexiones, Bonnin puntualizó que si bien «…la administración es una consecuencia de la asociación, como ésta lo es del espíritu de sociabilidad inherente a la especie humana, ésta, al menos en cuanto a su organización y los efectos que de ella proceden, está sometida, lo mismo que la sociedad, a un modo de existir. Este modo o sistema constituye por cuanto a los principios, la ciencia de la administración, y por cuanto a su acción ejecutiva, el arte de administrar.» Así lo escribió en sus Principios de Administración.

Florentino González Vargas

La administración pública es la acción del Estado, la cual se manifiesta en bienes y servicios públicos de interés para toda la Sociedad. Este rasgo, la acción administrativa, la define nuestro autor como la parte activa del Estado: el movimiento administrativo, dijo el colombiano Florentino González, debe caracterizarse por la rapidez, la actividad y la eficacia, con el fin de asegurar la respuesta gubernamental que requiere «El movimiento social, el progreso de la nación y las variaciones que naturalmente producirán estas causas en los intereses…».

Mientras que en Europa los estudiosos se concentraban en el desarrollo del Derecho Administrativo, en 1840, en su obra Elementos de Ciencia Administrativa, González Vargas toma partido por el estudio de la Ciencia de la Administración; en ella definió la administración pública como «…la acción de las autoridades sobre los intereses y negocios sociales, que tengan el carácter de públicos, ejercida conforme a las reglas que se hayan establecido en una nación para manejarlos.»

El propósito de esa acción, apuntó, es el bienestar y la felicidad de la sociedad; por ello, destacó el insigne colombiano, «La acción de la autoridad sobre los intereses o negocios públicos, o el manejo de ellos, debe arreglarse, pues, por esta variedad; y las leyes administrativas deben tenerla presente al dar a los funcionarios sus respectivas atribuciones.»

Luis de la Rosa Oteiza

A partir de los primeros años del siglo XIX, ocurren los procesos de emancipación de los países de América Latina del poder español y portugués. Se vivieron, entonces, conflictos intestinos que pugnaban por constituir su identidad como naciones independientes, la edificación de las instituciones liberales promotoras del auge económico y la estabilidad política que proveyera las condiciones para el desarrollo de las nuevas repúblicas.

En México, Don Luis de la Rosa Oteiza, escribe en 1853 su obra Ensayo sobre la Administración Pública de México, y Medios de Mejorarla. Sobre ella y acerca de su tiempo, el ilustre zacatecano consignó que «…escribí esta obra, y aun comencé a imprimirla en circunstancias en que todavía se podía esperar que la paz y el orden se conservarían por mucho tiempo, y que este tiempo precioso se emplearía en hacer mejoras materiales, en fomentar la instrucción pública y en morigerar todas las clases de la sociedad por medio de una buena administración. Todo hacía creer que la nación, cansada ya de disensiones y discordias, iba a disfrutar los inmensos beneficios de una civilización siempre creciente. El espíritu de empresa comenzaba a reanimarse; no se hablaba ya sino de caminos y telégrafos, de navegación por medio del vapor, de exposiciones industriales, de fundación de hospicios y penitenciarias, de mejoras en todos los establecimientos de instrucción pública, de construcción de nuevos teatros, dentro y fuera de la capital, de introducción al país de nuevas máquinas, de instrumentos agrarios o industriales; y, en fin, las artes de la paz comenzaban a florecer, y hacían esperar al país un porvenir muy lisonjero. Pero todas las previsiones han fallado, todas las esperanzas se han desvanecido, y sobre los escombros de las instituciones ya destruidas, irán cayendo una por una esas obras de utilidad pública, esas mejoras administrativas que se habían realizado ya, o que se iban planteando cada día...» Por ello, reconoce la importancia de replantearse el rumbo del país, y con él la valoración de la administración pública como medio principal para mejorar las condiciones de vida de sus compatriotas. 

Para Don Luis de la Rosa, el «…gobierno tiene por principal objeto defender y conservar la nacionalidad e independencia del país, mantener inviolables sus instituciones políticas y proteger al pueblo en el goce de sus derechos, si la constitución es popular, o sostener las prerrogativas o inmunidades de las clases privilegiadas, si el gobierno es una aristocracia.» Por lo tanto, resalta el autor, «La administración pública tiene por único objeto satisfacer las necesidades más imperiosas y exigentes de toda sociedad; la seguridad personal y de las propiedades, y el decoro y honor de las familias: la salubridad e higiene pública, la abundancia de recursos necesarios para la subsistencia, la moralidad y buenas costumbres, la instrucción pública; el socorro de las miserias y calamidades a que están sujetas las clases más menesterosas de la sociedad; y si es posible, el goce de todos los beneficios, de todas las comodidades y ventajas que proporciona al hombre la civilización…»

Hermógenes Pérez de Arce y Lopetegui

En la perspectiva liberal, en buena medida la solución a los problemas de la sociedad se encuentra en la educación del pueblo y en la profesionalización y compromiso de los gobernantes. La ilustración del ser humano es el camino para la configuración de una conciencia ciudadana y social que guíe a la creatividad y laboriosidad promotoras del bienestar y progreso del colectivo social. 

En el Chile de 1884, el político y periodista Hermógenes Pérez de Arce Lopetegui dio a conocer su relevante obra El administrador público; o sea, Estudios sobre principios jenerales de administración; el intelectual chileno nos ofrece la idea del papel relevante que juega el personal administrativo para el cumplimiento de los fines del gobierno. Como Don Florentino González quien reconoce que los medios activos, es decir los agentes o funcionarios públicos, son el elemento vital de la administración, Pérez de Arce insiste en que el servidor público debe ser instruido no sólo en las leyes y reglamentos, sino también contar con las capacidades de un hombre de Estado en muy diversos campos como la estadística, el derecho público, la economía policía, la historia natural, la higiene pública, el desarrollo de la ciencia y la tecnología y las artes rurales.

Desde esta óptica, el administrador público debe ser un hombre de bien estar y preparado para fomentar y encauzar el bien público. Es el centro de la acción gubernamental, de la administración pública, a la cual define como «el conjunto de resortes con que el poder ejecutivo mueve todos los servicios que concurren al bienestar general, dentro de los límites racionales que una sana apreciación atribuye a la autoridad, para no invadir la esfera de la actividad individual, ni sacrificar sus garantías.»

El ejercicio de la administración pública requiere de su estudio. El buen gobierno es el resultado de la justa concurrencia de teoría y praxis. El desarrollo de la Ciencia de la Administración se debe tanto al intelecto de sus fundadores y cultivadores como a la actuación de los funcionarios públicos

Cabe resaltar que en el caso de Don Florentino González y de Don Hermógenes Pérez de Arce, también se reconoce su relevante papel como docentes en sus respectivos países: González Vargas fue profesor de derecho constitucional, ciencia administrativa y derecho internacional en la Universidad de Bogotá entre 1833 y 1839; Pérez de Arce, por su parte, inició en la Universidad de Chile en 1895 la primera clase de Administración Pública. Hay que recordar que en Estados Unidos de Norteamérica se ha dicho que el estudio de esta materia dio inicio en 1887 con el ensayo de Woodrow Wilson El estudio de la Administración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario